LEYENDAS Y CUENTOS
DE LA INDIA

Libro

El conductor borracho – El atolladero – El Brahmin astuto

EL CONDUCTOR BORRACHO

Por un sinuoso camino y a gran velocidad, un hombre borracho conducía su carro. De repente, perdió el control del carro, se salió del trayecto y se precipitó contra una charca pestilente. Varias personas, al ver el accidente, corrieron al lugar y ayudaron a incorporarse al conductor.

No podía ocultar su borrachera y, entonces, uno de sus auxiliadores le dijo:

-Pero, ¿es que no ha leído usted el célebre tratado de Naraín Gupta extendiéndose sobre los efectos perjudiciales del alcohol?

Y el ebrio conductor, sin dejar de hipar, tartamudeó:

-Yo soy Naraín Gupta.

TulipanesEL ATOLLADERO

He aquí que un hombre entró en una pollería. Vio un pollo colgado y, dirigiéndose al pollero, le dijo:

-Buen hombre, tengo esta noche en casa una cena para unos amigos y necesito un pollo. ¿Cuánto pesa éste?

El pollero repuso:

-Dos kilos, señor.

El cliente meció ligeramente la cabeza en un gesto dubitativo y dijo:

-Éste no me vale entonces. Sin duda, necesito uno más grande.

Era el único pollo que quedaba en la tienda. El resto de los pollos se habían vendido. El pollero, empero, no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión. Cogió el pollo y se retiró a la trastienda, mientras iba explicando al cliente:

-No se preocupe, señor, enseguida le traeré un pollo mayor.

Permaneció unos segundos en la trastienda. Acto seguido apareció con el mismo pollo entre las manos, y dijo:

-Éste es mayor, señor. Espero que sea de su agrado.

-¿Cuánto pesa éste? -preguntó el cliente

-Tres kilos -contestó el pollero sin dudarlo un instante.

Y entonces el cliente dijo:

-Bueno, me quedo con los dos.

SetasEL BRAHMIN ASTUTO

Era en el norte de la India , allí donde las montañas son tan elevadas que parece como si quisieran acariciar las nubes con sus picos. En un pueblecillo perdido en la inmensidad del Himalaya se reunieron un asceta, un peregrino y un brahmín. Comenzaron a comentar cuánto dedicaban a Dios cada uno de ellos de aquellas limosnas que recibían de los fieles. El asceta dijo:

-Miren, yo lo que acostumbro a hacer es trazar un círculo en el suelo y lanzar las monedas al aire. Las que caen dentro del círculo me las quedo para mis necesidades y las que caen fuera del círculo se las ofrendo al Divino.

Entonces intervino el peregrino para explicar:

-Sí, también yo hago un círculo en el suelo y procedo de la misma manera, pero, por el contrario, me quedo para mis necesidades con las monedas que caen fuera del círculo y doy al Señor las que caen dentro del mismo.

Por último habló el brahmín para expresarse de la siguiente forma:

-También yo, queridos compañeros, dibujo un círculo en el suelo y lanzo las monedas al aire. Las que no caen son para Dios, y las que caen las guardo para mis necesidades.

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