LEYENDAS Y CUENTOS
DE LA INDIA

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LEYENDA DE LOS CUATRO ENCUENTROS

El nacimiento de Buda siempre ha estado reflejado en textos de una manera poética y maravillosa. Hijo del rey Shuddodana, fue concebido en el vientre de la reina Maya durante el sueño por un pequeño elefante blanco.

Sin causarle ningún sufrimiento a su madre, Buda llegó al mundo en un bosque tranquilo, lleno de flores y manantiales. Nació con cuarenta dientes y al nacer dijo: «Soy el señor del mundo». Al nacer conocía 74 alfabetos y tenía más de ochenta señales físicas distintivas del futuro Buda. Esta es una de las leyendas sobre su nacimiento.

Informaciones más fehacientes nos dicen que Sidharta Gautama nació por el año 560 a.C. en Kapilayastu, capital de un pequeño reino próximo al Himalaya. Pasó su infancia y su juventud en la corte de su padre, el rey Shuddodana, rodeado de mucho lujo. Se casó muy joven con su prima Yassodhara teniendo un hijo al que llamaron Rahula.

A los treinta años de edad, Sidharta tuvo una crisis religiosa.

Todo aquello que se cuenta acerca de su experiencia religiosa se basa en la siguiente leyenda de los cuatro encuentros, que dice así:

TulipanesLEYENDA DE LOS CUATRO ENCUENTROS

El rey Shuddodana (padre de Sidharta) fue informado que si quería evitar que su hijo lo abandonase, debía aislarlo e impedirle ver el sufrimiento del mundo. Pero Sidharta tenía que ser educado para gobernar, por lo cual fue muy difícil seguir esa recomendación.

Un día Sidharta, acompañado por su escudero-cochero, dio cuatro paseos sucesivos. En el primero vió a un viejo arrugado, torcido y apoyado en su bastón.

-¿Qué es eso? – preguntó Sidharta.

– Es la vida, mi señor – respondió su escudero.

La misma cosa aconteció cuando se encontraron con un entierro y con un enfermo cubierto de llagas. Así pues, de esta manera Sidharta conoció el dolor, la muerte y el tiempo que todo lo consume.

Pero, en el cuarto paseo, se encontró con un hombre exageradamente flaco, desnudo, que sólo tenía un tazón para las limosnas, y que pesar de ello, tenía la mirada serena de un vencedor. Era un monje asceta, un hombre que había vencido el dolor, la muerte y la angustia por la búsqueda del Atman (yo), algo que le había puesto en contacto con el mar eterno del ser que fluye de las apariencias ilusorias.

Para celebrar el nacimiento de su hijo, se organizó una gran fiesta en palacio. A la mañana siguiente, Sidharta besó a su mujer y a su hijo, que estaban durmiendo, y huyó conducido por su cochero. En el camino se cambió de ropa con un mendigo, se cortó el pelo con una espada y, descalzo, se encaminó al encuentro de los ascetas.

Rompió los vínculos de las ilusiones; buscaba ahora la certeza y el absoluto que le darían sentido a la vida.

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