LEYENDAS Y CUENTOS
DE LA INDIA

Libro

La niña acróbata – La advertencia – Un ermitaño en la corte

LA NIÑA ACRÓBATA

Era una niña de ojos grandes como lunas, con la sonrisa suave del amanecer. Huérfana siempre desde que ella recordara, se había asociado a un acróbata con el que recorría, de aquí para allá, los pueblos hospitalarios de la India. Ambos se habían especializado en un número circense que consistía en que la niña trepaba por un largo palo que el hombre sostenía sobre sus hombros. La prueba no estaba ni mucho menos exenta de riesgos.

Por eso, el hombre le indicó a la niña:

-Amiguita, para evitar que pueda ocurrirnos un accidente, lo mejor será que, mientras hacemos nuestro número, yo me ocupe de lo que tú estás haciendo y tú de lo que estoy haciendo yo. De ese modo no correremos peligro, pequeña.

Pero la niña, clavando sus ojos enormes y expresivos en los de su compañero, replicó:

-No, Babu, eso no es lo acertado. Yo me ocuparé de mí y tú te ocuparás de ti, y así, estando cada uno muy pendiente de lo que uno mismo hace, evitaremos cualquier accidente.

TulipanesLA ADVERTENCIA

El gurú y el discípulo estaban departiendo sobre cuestiones místicas. El maestro concluyó con la entrevista diciéndole:

-Todo lo que existe es Dios.

El discípulo no entendió la verdadera naturaleza de las palabras de su mentor. Salió de la casa y comenzó a caminar por una callejuela. De súbito, vio frente a él un elefante que venía en dirección contraria, ocupando toda la calle. El jovencito que conducía al animal gritó avisando:

-¡Eh, oiga, apártese, déjenos pasar!

Pero el discípulo, inmutable, se dijo: «Yo soy Dios y el elefante es Dios, así que ¿cómo puede tener miedo Dios de sí mismo?»

Razonando de este modo evitó apartarse. El elefante llegó hasta él, lo agarró con la trompa y lo lanzó al tejado de una casa, rompiéndole varios huesos.

Semanas después, repuesto de sus heridas, el discípulo acudió al mentor y se lamentó de lo sucedido. El gurú replicó:

-De acuerdo, tú eres Dios y el elefante es Dios. Pero Dios, en la forma del muchacho que conducía el elefante, te avisó para que dejaras el paso libre. ¿Por qué no hiciste caso de la advertencia de Dios?

SetasUN ERMITAÑO EN LA CORTE

En la corte real tuvo lugar un fastuoso banquete. Todo se había dispuesto de tal manera que cada persona se sentaba a la mesa de acuerdo con su rango. Todavía no había llegado el monarca al banquete, cuando apareció un ermitaño muy pobremente vestido y al que todos tomaron por un pordiosero.

Sin vacilar un instante, el ermitaño se sentó en el lugar de mayor importancia. Este insólito comportamiento indignó al primer ministro, quien ásperamente le preguntó:

-¿Acaso eres un visir?

-Mi rango es superior al de visir -repuso el ermitaño.

-¿Acaso eres un primer ministro?

-Mi rango es superior al de primer ministro.

Enfurecido, el primer ministro inquirió:

-¿Acaso eres el mismo rey?

-Mi rango es superior al del rey.

-¿Acaso eres Dios? -preguntó mordazmente el primer ministro.

-Mi rango es superior al de Dios.

Fuera de sí, el primer ministro vociferó:

-¡Nada es superior a Dios!

Y el ermitaño dijo con mucha calma.

-Ahora sabes mi identidad. Esa nada soy yo.

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