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Lo más curioso de todo esto es que apenas hay equivocaciones, y la comida llega a su destino con una exactitud aplastante, en un país donde en general las cosas funcionan a medias. Se dice que sólo un almuerzo de entre seis millones no llega a su destino. Existen los certificados Six Sigma e ISO 2000 que demuestran esta afirmación. En julio del 2008, el periodico "The Economist" publicó que los dabbawalas eran un modelo de precisión en los envíos del 99,9999%.
Los que trabajan haciendo este servicio se han convertido en un caso de estudio, ya que la organización funciona de una manera tan eficaz que otras empresas quieren ponerla en práctica. Según afirma Raghunath Medage, el presidente de la Asociación de Dabbawalas, el secreto está en el trabajo en equipo, el sentirse parte de algo y la apenas existencia de niveles jerárquicos (esto último sin duda muy interesante).
Los repartidores utilizan una especie de código postal de colores y letras que conocen perfectamente.
Un Dabbawala en bicicleta, foto de Joe Zachs
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Hacen uso de un compartimiento de carga del metro de Mumbai donde colocan los recipientes de los almuerzos dependiendo del área a donde se dirijan. Un recipiente de comida puede pasar por las manos de hasta cuatro dabbawalas y recorrer hasta 70 kilómetros .
Los clientes, muchos de ellos oficinistas, que solicitan este servicio reciben en muchas ocasiones la comida aún caliente, siendo la puntualidad otra de sus virtudes. Los almuerzos deben estar repartidos antes de las doce y media, y tres horas son las que se necesitan para repartir y más tarde recoger esos 200.000 almuerzos.
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La comida se transporta en unos cilindros metálicos con varios compartimentos que luego deben recoger y llevar de vuelta a la casa del cliente. Hace poco se ha empezado también a repartir comida de los restaurantes, para aquellos que no tienen a nadie en casa que les cocine.
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