LEYENDAS Y CUENTOS
DE LA INDIA

Libro

La paloma y el cuervo

Erase una vez un Bodhisatta que era una paloma. Un Bodhisatta es una persona que está tratando de convertirse en Budha, aunque todavía no lo es, está adquiriendo todos los requisitos y todavía está expuesto a renacer como animal. Pues este Bodhisatta era una paloma que vivía en un nido que estaba colgado en la cocina de un hombre rico. Ese hombre rico lo puso ahí para ganar méritos.

Un codicioso cuervo, que volaba cerca de allí, vio toda la deliciosa comida que había en esa cocina, y de repente sintió un hambre enorme. «¿Cómo podría conseguir algo de esa comida?» pensó, e ideó un plan.

Cuando la paloma iba a buscar la comida, detrás de ella, siguiéndola, iba el cuervo.

«¿Qué quieres cuervo? Tu y yo nos alimentamos de diferente manera», le dijo la paloma.

«¡Pero me gusta tu manera de alimentarte! Permíteme ser tu condiscípulo, y comamos juntos», le dijo el cuervo.

La paloma estuvo de acuerdo, y fueron juntos. El cuervo pretendía alimentarse junto con la paloma, pero tan pronto ella se diera la vuelta, picotearía pedazos de estiércol de vaca, y comería un gran gusano. Cuando él tuvo la barriga llena de gusanos, voló tan coqueto como le gustaba volar.

«¡Hala, señorita paloma, te tomas muchos tiempo para tomar tu comida! Cada uno tendría que ponerse un límite. Deberíamos irnos a casa antes que se haga demasiado tarde.» Y así hicieron.

El cocinero vio que la paloma había traído a un amigo, y colgó otro nido para él.

Unos días después había varias piezas de pescado en la cocina del hombre rico. El cuervo cuando las vio las deseó con ansia. Tanto que se quedó a dormir ahí, y a la mañana siguiente, no paraba de crujir y hacer mucho ruido pensando en el pescado. La paloma le dijo: «¡Venga, señor cuervo, y toma tu desayuno!»

Tulipanes«¡Oh! No puedo, tengo un ataque de indigestión» le dijo el cuervo.
» No tiene sentido, los cuervos nunca tienen indigestión» le dijo la paloma. «sois capaces de comeros una vela, y esta permanece en vuestro estómago un rato; pero todo lo demás lo digerís en un abrir y cerrar de ojos, nada más comerlo. Ahora haz lo que yo te digo; no te comportes de esa manera simplemente por ver un pequeño pez.»

«¿Por qué dices eso señorita? Tengo indigestión.»

«Bueno, ten cuidado» dijo la paloma, y se fue volando.

El cocinero preparó toda la comida, y luego permaneció en la puerta de la cocina, limpiándose el sudor de su frente. «Ahora es mi momento» pensó el cuervo, y se posó sobre un plato que contenía comida muy delicada. ¡¡ Clic!! El cocinero oyó un sonido, y miró alrededor. ¡¡Ah!! Cogió al cuervo, le arrancó todas las plumas de su cabeza, todas menos un mechón; lo espolvoreó con jengibre y comino, lo untó con mantequilla que frotó por todo el cuerpo del cuervo.

«Esto te pasa por estropear la cena del jefe, y hacer que la tenga que tirar» le dijo el cocinero, y después le tiró a su nido.

Un poco después apareció la paloma, y vio al cuervo tirado en su nido haciendo gruñidos. Se sintió triste al verlo, y le recitó estos versos:

«¿Quién es esta grulla con mechón que veo
tumbado donde no debe estar?
¿Sal de aquí! Amigo mío, que el cuervo esta cerca,
y él podría lastimarte, que horror!»

Y entonces el cuervo le respondió con otros versos:

«No soy una grulla con mechón, no, no!
No soy mas que un cuervo codicioso.
Debería haber hecho lo que me dijeron,
Ya que ahora estoy desplumado, como ves.»

Y la paloma le replicó con este tercer verso:

«Sufrirás un fracaso una y otra vez,
Tu naturaleza dice que así sea;
Si alguien prepara un plato de comida,
No se hace para pequeños pájaros como tú.»

Entonces la paloma se alejó volando, y dijo: «No puedo seguir viviendo con esta clase de criaturas». Y el cuervo se tumbó gruñendo hasta que murió.

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